martes, 13 de marzo de 2018

La desertificación en España

¿Veremos desiertos en España más allá de las provincias de Almería y Murcia? ¿Imposible, u ocurrirá más pronto de lo que pensamos? 

Desierto de Tabernas (Almería)
La realidad, como hemos visto desde que comenzó el año hidrológico en octubre, es que en la mayor parte del país, especialmente en la mitad sur y en la región mediterránea, las precipitaciones son cada vez más escasas (aunque este mes de marzo esté siendo lluvioso). A ello hay que añadirle el gran impacto de la actividad humana en el suelo.

Aunque, como siempre ocurre, muchos no quieran darse cuenta de la gravedad del problema, la desertificación en España es una completa realidad. Según un estudio publicado por la revista Science of the Total Environment un 20% del territorio español ya es un desierto. Para llegar a esta conclusión utilizaron dos herramientas: un mapa de condición de la tierra y modelos de simulación sobre cada paisaje de desertificación. 

Además, según un estudio climático realizado por meteorólogos de la AEMET, la nefasta combinación de desertificación y cambio climático podría provocar que ciudades del interior peninsular como Madrid pudieran llegar a tener un clima similar al de Las Vegas (EEUU) y ciudades de la costa mediterránea como Barcelona, un clima parecido al de Alejandría (Egipto), para finales de este siglo.

Erosiones de Bolnuevo (Murcia)
La desertificación es un proceso complejo, resultado de múltiples factores como clima semiárido, sequías estacionales prolongadas y enorme variabilidad e intensidad súbita de las lluvias; suelos pobres y pérdida de la cubierta forestal por los incendios forestales, lo que hace que los suelos sean más fácilmente erosionables; crisis en la agricultura tradicional, que ha supuesto el abandono de tierras y el deterioro del suelo; explotación insostenible de las aguas subterráneas, contaminación química y salinización de acuíferos, y concentración de la actividad económica en las zonas costeras, lo cual sobrexplota los recursos naturales del litoral. Todos estos factores dan origen a los distintos paisajes o escenarios típicos de la desertificación en España. 

Desde LaBioHuella pensamos que no hay tiempo que perder y que deberíamos empezar a actuar ya: hay que tomar medidas drásticas para evitar cederle más terreno de nuestros maravillosos paisajes al desierto. 

Es verdad que España firmó la Convención de la ONU de lucha contra la desertificación en 1996, pero como se ha demostrado no ha sido suficiente porque desde entonces la superficie en riesgo de desertificación no ha hecho más que aumentar. Tod@s nosotr@s desde casa debemos protagonizar la labor más importante contra la desertificación, por ejemplo no malgastando el agua y reutilizándola siempre que podamos, utilizando más productos de origen orgánico en lugar de productos químicos y respetando el entorno natural allá donde vayamos. 


En el siguiente mapa se puede observar un mapa del riesgo de desertificación en España, sacado de un informe publicado en la página del Ministerio de Medio Ambiente. Para más información, aquí os dejo el enlace: http://www.mapama.gob.es/es/cambio-climatico/publicaciones/publicaciones/impactos-desertificacion_tcm7-421434.pdf 



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martes, 6 de marzo de 2018

Nuestros mayores no dejan de darnos lecciones

El otro día, tras pasear por las calles del pequeño pueblo de mi abuelo y cruzarme con sus longevos habitantes rebosantes de sencillez, me vino a la mente una anécdota que nunca olvidaré; y que quería compartir con vosotros en esta mi primera entrada. 

Hace no mucho tiempo, estando en la fila de la caja del supermercado, un hombre anciano que iba delante de mí comenzó a conversar con el cajero e impacientó con su tardanza a todos los allí presentes. La mayoría (en la que me incluyo) empezó a increparle presa del estrés, muy pocos nos dimos cuenta según avanzaba en sus palabras de que nos estaba dando a su manera una gran lección. 

Todo comenzó cuando el joven cajero le dijo, de acuerdo con la política del supermercado, que debía traer su propia bolsa, ya que, como tod@s sabemos, las bolsas de plástico no son buenas para el medio ambiente. El señor se excusó: 

- Es que no había esta moda verde en mis tiempos. 

El empleado le contestó: 

-Ese es ahora nuestro problema. Su generación no puso suficiente cuidado en conservar el medio ambiente. 

- Tiene razón - le respondió el anciano - nuestra generación no tenía esa moda verde en esos tiempos: por ejemplo, por aquel entonces, las botellas que se compraban se devolvían a la tienda. La tienda las enviaba de nuevo a la fábrica para ser lavadas y esterilizadas antes de llenarlas de nuevo, de manera que se podían usar las mismas botellas una y otra vez. Así, realmente las reciclaban. 

Prosiguió diciendo con firmeza: 

- Subíamos las escaleras, porque no había escaleras mecánicas en cada comercio ni oficina. Íbamos andando a las tiendas en lugar de ir en coches de 150 caballos cada vez que necesitábamos recorrer 200 metros. Secábamos la ropa en tendederos, no en secadoras que funcionan con no sé cuántos voltios. La energía solar y la eólica secaban verdaderamente nuestra ropa. 

El cajero le intentó interrumpir para que pudiera avanzar la fila, pero el señor se lo impidió y siguió con su discurso: 

- Entonces teníamos una televisión o radio en casa, no uno en cada habitación. Y la tele tenía una pantallita del tamaño de un pañuelo, no una pantalla del tamaño de una ventana. En la cocina, molíamos y batíamos a mano, porque no había máquinas eléctricas que lo hiciesen por nosotros. Cuando empaquetábamos algo frágil para enviarlo por correo, usábamos periódicos arrugados para protegerlo, no cartones preformados o bolitas de plástico

Mientras la mayoría de clientes del supermercado ya se estaba cambiando de fila, alguno se quedó a presenciar las incesantes palabras del anciano, que parecía habérselas aprendido de memoria:

- En aquellos tiempos, no arrancábamos un motor y quemábamos gasolina solo para cortar el césped. Usábamos una podadora que funcionaba a músculo. Además, la gente tomaba el tranvía o el autobús y los chicos iban en sus bicicletas a la escuela o andando, en lugar de usar a su madre o su padre como taxista las 24 horas. Teníamos un enchufe en cada habitación, no una regleta de enchufes para alimentar una docena de artefactos. Y no necesitábamos un aparato electrónico que recibe señales desde satélites para quedar con nuestros amigos. 

Terminó diciendo: 

- Así que no entiendo que la actual generación se queje continuamente de lo irresponsables que éramos los ahora mayores por no tener esta supuesta moda verde en nuestros tiempos. Nosotros respetábamos mucho más el medio ambiente y no nos hacía falta ninguna moda verde. 

El anciano pagó y se marchó, para alivio del cajero. 

Anécdotas como esta invitan a la reflexión: es cierto que la mayoría de los avances de los que disfrutamos en la actualidad han mejorado el mundo y que obviamente no vamos a renunciar a ellos (además en algunos casos nos ayudan a la protección de la naturaleza); pero también lo es que pocas veces los usamos adecuadamente y que eso ha hecho que sea necesaria una “moda verde”, que muchos se piensan que sirve para tapar lo que están haciendo mal medioambientalmente hablando. Antes, con un modo de vida mucho más sencillo, a diario ponían su granito de arena para cuidar el planeta sin modas verdes de por medio. Si ellos podían con menos medios que nosotros, entonces será que no es tan difícil como pensamos. 

*A mi abuelo, gracias por haberme dado tantas lecciones como esta* 

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